De culto I: La noche de Halloween (1978)

Seguramente es una película conocida por todos, comparada injustamente con otras sagas de terror como podrian ser los incontables Viernes 13, las risibles Matanzas de Texas (excepto la primera claro) y las espeluznantes (no por el miedo que dan y dejando aparte la primera también) Pesadillas en la calle del Olmo.

Con esto no quiero decir que no se hayan cebado con las secuelas de la peli que hoy me ocupa, que lo han hecho y con mala leche además, recordar una de las partes de la saga llamada Halloween III: Season of the witch (1982) que no tenía absolutamente NADA que ver con Michael Myers, Laurie Strode o el Doctor Loomis. Simplemente aprovecharon el tirón de las dos primeras partes (magistrales películas de terror a mi entender) para crear un producto bochornoso que no merece casi ni ser mencionado.

Esto me hace recordar un caso semejante ocurrido con otra película del género: Phantasma (1979) de Don Coscarelli. Digo caso semenjante porque no pasó exactamente lo mismo que lo anteriormente citado, ésta vez los señores traductores de nuestro país tuvieron la genial idea de bautizar como Phantasma 2 una teleserie basada en una novela de Stephen King de 1975 llamada Salem's Lot que nada tenía que ver para intentar hacerla colar como secuela de la película de Coscarelli...en fin.

A lo que íbamos! La noche de Halloween de John Carpenter. Fué una de las primeras cintas de terror del director, anteriormente había rodado Asalto a la comisaria del distrito 13 (1976), en este caso un thriller y Dark Star (1974) una comedia dentro del mundo de la ciencia ficción.

El argumento de Halloween (su título original...¿porque nos empeñamos en cambiarlos?) es el siguiente:

El pequeñuelo Michael Myers aprovecha la noche de Halloween (<- será por esto) de 1963 para acuchillar a su hermana mayor. Después de eso, el niño es encerrado en un centro de salud mental del que logra escapar 15 años después para regresar a su casa, Haddonfield. Allí vive felizmente Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) hasta que un día se percata que alguien la vigila habitualmente. Ese alguien es Myers que tiene ganas de sangre. Entretanto el Dr. Loomis es el encargado de dar caza a tal elemento.

Esto es lo que nos cuenta, pero lo que nos trasmite es terror. John Carpenter consigue crear al psycho-killer más terrorífico de todos los tiempos, por encima de Jason (más interesado en buscar nuevas armas letales que en crear miedo al espectador), Leatherface e incluso Fred Krueger (que es el que más sigue de cerca a Myers). Consigue que veamos a Myers como un ente, un no-vivo, más que a un tipo con un cuchillo de 30 cm, por eso no puede morir. Desde luego es el más elegante asesino cinematográfico jamás creado y el más aterrador gracias, también, a su inexpresiva máscara blanca.

El film no es perfecto ni muchísimo menos, hay gazapos para dar y tomar, las interpretaciones son bastante pésimas pero tiene escenas míticas. Una de ellas, la imagen de la amiga de Laurie tendida muerta en la cama con la lápida de Judith Myers (hermana de Michael) en su cabeza. Otra, la escena del armario donde Laurie intenta esconderse del mal...sin conseguirlo. O cuando Loomis mira abajo donde debería estar el cuerpo inerte de Myers y sin embargo no hay nadie. Un par de datos graciosos:

En un televisor alguien está viendo The thing (la primera versión claro), premonitorio Carpenter si señor.

El director toma prestado el nombre del personaje interpretado por Donald Pleasence, Loomis, sacado de Psicosis (1960).

Por último un breve apunte sobre el tema principal de la película, compuesto por el mismo Carpenter, y que con solo oir los primeros compases se nos ponen los pelos de punta.

En fin, una película de terror de culto rodada con cuatro duros y durante menos de un mes, gracias (o no) a la cual hemos podido conocer al resto de psicópatas que rondan nuestras pantallas y nuestras pesadillas.